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Inspirándonos en el segundo punto del Pacto Educativo Global y en la Fratelli Tutti, hemos perfilado el lema de este año.
PEG: Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna de toda persona.
FT 48 y 109: “sentarse a escuchar a otro, característico de un encuentro humano, es un paradigma de actitud receptiva, de quien supera el narcisismo y recibe al otro, le presta atención, lo acoge en el propio círculo” y que “Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo dialogar”.
Esto nos orienta hacia una pedagogía amigoniana basada en la escucha y el diálogo atento y respetuoso de las jóvenes generaciones. ¿Cuántas veces en el aula premiamos la inmediatez de respuesta en lugar de la reflexión pausada?
Antes de “instruere” es necesario “e-ducere” sacar a la luz, hacer salir, poner de relieve, preparar el terreno acogiendo las preguntas, necesidades, heridas, pobrezas y talentos de nuestro alumnado.
La imagen del “megáfono” nos ilustra cómo se amplían sus voces. El mensaje implícito de “aquí tu voz sonará y será escuchada”.
Una invitación a seguir empoderando a los delegados, la mediación en el aula, la política de buen trato y protección de la infancia, es decir, “una educación para la fraternidad, para el diálogo, para el descubrimiento de la reciprocidad y el enriquecimiento mutuo como valores” (FT 103).
Pues al igual que a San Francisco de Asís cuando «escuchó la voz de Dios, escuchó la voz del pobre, escuchó la voz del enfermo, escuchó la voz de la naturaleza. Y todo eso lo transforma en un estilo de vida»” (FT 49) a nosotros nos ha de transformar la voz de nuestras alumnas y alumnos, equipo docente y familias.
El fondo con bocadillos de cómic habla de diálogo y participación de todxs. Bocadillos que incluyen una gama diversa de símbolos representativos de la cotidianidad de nuestro alumnado y que refleja que son muchas las voces, los discursos que cada día nos hablan, nos cantan, nos susurran… El reto es saber reconocer tu voz en medio de todo eso: escucharte.
El lema nos llama a la creatividad. La escucha como un arte o el arte de escuchar, aquí las enseñanzas artísticas nos ayudan a recuperar el silencio, la lógica del ritmo y la diversidad de la expresión. Además este año hay un claro guiño a los idiomas, para escucharte tengo que entenderte.
Del lema extraemos la última letra “e” a la cual le añadimos los tres signos de sonido que lleva el megáfono en su diseño. Aprovechamos la forma de esta letra, que nos puede recordar a la cabeza de una persona, para simbolizar la acción de hablar. Nuestro alumnado es el protagonista.
Volvemos un curso más a asentar la cultura cooperativa, signo de identidad de nuestros centros, ahondando en la capacidad de escucha para crecer juntos, donde todos nos complementamos y maduramos desde la unidad del grupo.
Desde el aprendizaje servicio valoremos la importancia de las facultades receptivas no solo activas, no es tanto lo que hacemos, sino lo que somos cuando hacemos algo.
Desde una perspectiva pastoral nos sitúa ante las tres escuchas. Escucharme, la introspección, aprender a parar y a preguntarme como estoy, qué necesito. Escucharte y escucharnos, la cultura del diálogo como camino. Escucharle a Él desde la Palabra, la creación y la conciencia.
Y como recorrido bíblico la ESCUCHA es el fundamento de toda vocación o encuentro con Dios.
En el Deuteronomio, se encuentra el primer mandamiento: «¡Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor!» (Dt 6,4-9). En Proverbios 18 se nos instruye: Quien responde antes de escuchar queda avergonzado como un necio. Y con Samuel descubrimos la vocación: «Habla Señor, que tu siervo escucha» (1 Samuel 3,10).
Tan importante es que el Evangelio de Juan comienza con: «En el principio era el Verbo (la Palabra) y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios» (Jn1,1). Y Mateo nos indica a quien escuchar «Este es mi Hijo amado, a quien he elegido: Escuchadle» (Mt 17,5). Por último Lucas nos recuerda como ser discípulo: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica» (Lc 8,21).
¡FELIZ INICIO DE CURSO!